Expediente Abierto

► Sostenibilidad ♦ Opinión

No hemos logrado que los tres órdenes de gobierno se coordinen para terminar con el grave problema de los mil 643 tiraderos a cielo abierto que tenemos en todo el país. En estos sitios de contaminación y enfermedades, cada año se depositan más de 16 millones de toneladas a cielo abierto, contaminando más de 30 mil hectáreas de suelo, de subsuelo y unos 200 cuerpos de agua, acuíferos superficiales, ríos, lagos y el océano.

Debemos abandonar el modelo obsoleto y contaminante del relleno sanitario, para iniciar la separación y aprovechamiento de los residuos que nos recomienda la economía circular. Mediante una cruzada nacional encabezada por el ejecutivo federal con este nuevo modelo de gestión, promoviendo la educación ambiental y la industria del reciclaje.

Con este modelo podríamos generar 11 millones de toneladas al año de combustible derivado de residuos (CDR) que los hornos cementeros pueden pagar a 500 pesos por tonelada, lo que significarían ingresos por 5 mil 500 millones de pesos (mdp) o podríamos generar 10 mil 900 GW al año con 11 plantas termovalorizadoras, con la utilización de las 18 millones de toneladas al año de la fracción inorgánica no reciclable de los RSU, que equivale a 23 por ciento de la energía eléctrica que genera la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Esta es energía limpia y nos ayuda a reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y así cumplir con nuestras obligaciones globales ante el Acuerdo de París.

Con la fracción orgánica de los RSU y con una buena estrategia nacional de colecta de excretas de los animales, lodos de plantas de tratamiento de aguas residuales y la poda de árboles, podríamos producir unos 30 millones de toneladas de composta al año que nos servirían para recuperar 4 millones de hectáreas de suelos erosionados cada año. Al hacer composta también estaríamos reduciendo emisiones de GEI y evitando contaminación por ozono en las zonas urbanas que genera el biogás (CO2 y metano) y generaríamos captura de carbono al recuperar suelos.

A los tiraderos a cielo abierto que son sitios no controlados, también llegan indebidamente residuos biológico-infecciosos, residuos peligrosos de la industria con hidrocarburos, aceites y también los residuos eléctricos y electrónicos que tampoco hemos podido acopiar, separa y reciclar. Estos residuos son particularmente tóxicos porque contienen metales pesados como mercurio, cadmio, cromo y polvo de plomo, además de oro, plata, aluminio, cobre y acero. También contienen plásticos como polipropileno, poliestireno y policarbonato que pueden contener retardantes de flama. Por eso debemos evitar que lleguen a estos tiraderos, que se incendian frecuentemente generando enormes cantidades de dioxinas y furanos. Además, la crisis ambiental está cobrando vidas de mexicanos con enfermedades como cáncer, leucemia en niños menores de 15 años, insuficiencia renal y graves afectaciones a los sistemas nervioso, inmunológico y reproductivo.

Por eso es necesario un cambio en nuestro modelo de gestión, quitándole a los municipios esta responsabilidad que no han cumplido y que sea la federación con las entidades las que resuelvan esta grave crisis ambiental y de salud, con la creación de 200 centros regionales para la gestión integral de los RSU y producción de composta donde separemos los residuos para su reciclaje, reúso y valorización energética. Además, debemos cobrar formalmente la gestión de estos residuos, como lo hacen todos los países del mundo, para poder financiar la infraestructura, equipos y tecnologías modernas. No debemos esperar más.

*El autor es experto en gestión de residuos y cambio climático, presidente de México Comunicación y Ambiente.

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