@RoCienfuegos1
La inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024 marcó sin duda un antes y un después en la historia de estas ceremonias, que avivan la inveterada esperanza sobre la posibilidad de un día alcanzar la fraternidad humana, así y esto pudiera considerarse una utopía o un sueño imposible de conquistar a la luz de los crecientes conflictos y todo tipo de problemas que agobian al género humano.
Y sin embargo, París nos hizo soñar este verano. Con la gala inaugural de estos juegos, que la también llamada Ciudad de la Luz albergó por segunda vez hace cien años, quedó una huella imborrable en la mente y el corazón de los miles de millones de personas que en todo el mundo atestiguaron tan colosal evento.
Así, y contra algunos señalamientos fatuos, sobre todo en redes sociales por las cuatro horas que consumió la inauguración de estos Juegos, Francia ratificó la solidez de su espesa cultura y el desarrollo tecnológico que domina.
A diferencia de otras efemérides como la que presenciamos el pasado viernes 26 de julio, siempre confinadas en estadios, París cedió sus magníficos espacios a la magna fiesta inaugural en este el séptimo mes del año, una fecha que evoca por diferentes motivos y razones la histórica toma de la Bastilla ocurrida también un mes de julio, pero de 1789, un hecho que definió el calendario de la Revolución Francesa bajo los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Esta inauguración dejó además una vara demasiado alta para la próxima edición olímpica prevista en Los Ángeles en el 2028. Veremos entonces si la ciudad de Los Ángeles en el estado de California, por sí solo la quinta economía del mundo, rebasa a París, vuelta mucho más entrañable tras el viernes 26 de julio con el desfile de 10.500 atletas del orbe a bordo de 90 buques en el Río Sena.
Por México, y abanderados por la clavadista jalisciense Alejandra Orozco y el pentatleta mexiquense Emiliano Hernández, compiten 63 mujeres y 46 varones en 24 disciplinas. Esta vez las mujeres no sólo rebasaron la participación masculina, sino que la rompieron en esta época denominada “tiempo de mujeres”. Los hemos comenzado a ver y seguiremos así hasta el 10 de agosto próximo, cuando la lucha pudiera darnos alguna alegría, aun ésta sea todavía incierta y azarosa, tanto como siempre.
Más allá sin embargo de la infausta lesión de la gimnasta Natalia Escalera, y del azar que determine el futuro de Alexa Moreno en estos juegos, así como de los escándalos que preceden la llegada a Francia de la titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, Ana Gabriela Guevara, lo cierto es que una vez más los aguerridos atletas que nos representan en Francia, siguen siendo víctimas de un sistema que los convierte en personajes de la hazaña, del milagro o aun del sueño. Esto como consecuencia en buena parte de la falta de apoyos gubernamentales, así lo niegue quien ha encabezado la Conade este sexenio.
La expectativa mexicana en esta edición de la capital francesa contrasta, aunque no por mucho, con el medallero de Londres 2012 con ocho preseas, cinco en Río el año 2016 y cuatro en Tokio 2020. A Tokio asistieron 162 deportistas mexicanos, mientras que en Río, el número cayó a 125 atletas de alto rendimiento cobijados por la enseña tricolor.
Guevara ratificó la meta de nueve preseas, pero matizó el objetivo con el argumento de múltiples factores. “Siempre el anhelo es que se gane el mayor, pero hay que esperar que los atletas hagan su trabajo. Hemos hecho un análisis profundo en que nos arroja que es alcanzable la cifra de superar el histórico de México. Son números fríos, matemática, ciencia exacta, pero no tiene sentimientos, hay que esperar.”
Añadió: “No es justificar ni anteponer el trabajo que se hace per se, es la justificación de lo que deportivamente suceda”.
La presidenta del Comité Olímpico Mexicano, la exclavadista María José Alcalá, la primera mujer en encabezar este organismo creado hace un siglo, recién hizo estas declaraciones públicas: “no voy a decir número de medallas, pero sí los deportes que van a dar buenos resultados: pentatlón moderno, clavados, golf, tiro con arco, tiro deportivo, natación artística, taekwondo, boxeo (y) atletismo”. Bueno, ya se confirmó la primera medalla (bronce) en tiro con arco, que reivindicaron Alejandro Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz.
Alcalá duda que México logre lo alcanzado en Londres, la mejor actuación de la delegación mexicana fuera de México 1968, con ocho preseas, entre ellas una de oro, tres platas y cuatro bronces. La explicación de la directiva es que se trata de “realidad”. Cierto, y la realidad es que la mayoría de nuestros deportistas va por la hazaña, por la odisea, por el milagro guadalupano, por el sueño, y así no se pueden construir los triunfos. Alcalá dice que en París “tenemos cuatro chances”, es decir, cuatro oportunidades de un milagro. Pero aclara “todo puede pasar”, cierto, hasta un milagro. Esto mientras no se cambie el sistema deportivo mexicano, lo cual pasa por algo simple y complejo al mismo tiempo: la preparación de los atletas, la construcción del triunfo, la edificación cotidiana, esforzada y profesional de la victoria, que es lo que nunca se ha hecho en México.
Así que si queremos resultados concretos, específicos y medibles, hay que construirlos y no esperar a que llegue la hazaña, el milagro, la suerte. En París, lo volveremos a ver. Seguiremos asidos a la ilusión.
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