En nuestro país, uno de los problemas más graves que generan la miseria y la pobreza es el de la desnutrición, una carencia que impide el desarrollo físico y mental de las personas (especialmente entre los infantes), lo que genera desventajas sociales muchas veces irremontables.
Por lo anterior es que son bienvenidos todos los esfuerzos encaminados a desterrar el hambre y la desnutrición. Entre ellos debemos destacar los esfuerzos provenientes de la sociedad civil, la que ha construido organizaciones que dedican su trabajo a combatir aquellos flagelos. Una de las más destacadas es el Banco de Alimentos de Morelia, fundado en agosto de 1995, cuyo compromiso es llevar alimento a las familias en extrema pobreza para que tengan mejores condiciones de desarrollo. Asimismo, para procurar el bienestar permanente de aquéllas, ha ampliado sus servicios a la atención psicológica, a la educación básica e incluso a la media superior, y han promovido la autosuficiencia alimentaria en las comunidades que atienden.
Actualmente, el Banco opera en 5 municipios de Michoacán, y es un buen ejemplo de lo que se puede hacer desde la sociedad para combatir la desnutrición.
Sobre las actividades de dicha organización Alcaldes de México sostuvo una charla con Enrique Ramírez Villalón, fundador y presidente del Banco de Alimentos de Morelia.
¿Cuándo y cómo surge la organización?
Se funda en 1995 en Morelia con instalaciones muy modestas en un anexo a una capilla del mercado de abastos.
Fue el resultado de varias pláticas que sostuve con varias personas, como el Arzobispo Alberto Suárez, para cristalizar la decisión de contribuir a abatir el hambre en la ciudad.
Para la creación del Banco, ¿tomaron algún modelo?
En realidad, más que tomarlo, creamos un modelo de operación que basamos en tres conceptos que entendemos como fundamentales en la tarea de contribuir al desarrollo de las familias en extrema pobreza: eficiencia operativa, autogestión y autosuficiencia. Para la creación de este modelo aprovechamos toda la experiencia que se ha acumulado por un periodo de 13 años. Adicionalmente visitamos los bancos de alimentos más representativos en el país, así como el más importante de Estados Unidos, el Chicago’s Great Food Depository.
¿Cómo han integrado a sus donadores (empresas y mercados de abastos)? ¿hay posibilidades de que crezca su número?
Ha sido un trabajo de promoción permanente, en el que hemos utilizado diversas estrategias, como ubicarnos en el mercado de abastos, el cual, gracias a la generosidad de sus locatarios, se ha constituido como uno de nuestros principales donadores.
Ha sido necesario echar mano de las relaciones y la buena voluntad de los integrantes de nuestro patronato, quienes, a través de su intervención, han influido en el incremento y permanencia de nuestros donadores.
Asimismo, hemos aprovechado al máximo las relaciones que ha establecido la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos con las principales fundaciones de las tiendas de autoservicio más importantes de México que tienen sucursales en la región.
Y por último, pero no por ello menos importante, nos hemos enfocado en mantener con todos los donadores una comunicación estrecha y transparente a través de informes mensuales, y en reuniones anuales en las que se presentan los principales logros, así como los retos a enfrentar en el futuro, hecho que ha permitido consolidar la confianza en nuestra labor.
Creemos que existe aún una posibilidad importante de incrementar el número de nuestros donadores, tanto institucionales (empresas, fundaciones, organizaciones, escuelas, etcétera) como productores de campo, quienes, debido a la poca rentabilidad que representa cosechar y vender el alimento que queda en las tierras de cultivo, lo dan como forraje a los animales o simplemente lo dejan en las tierras.
Selección de beneficiarios
En su informe correspondiente al 2008, el Banco señala que atendió a 4 mil 385 familias de 89 comunidades de 5 municipios michoacanos. ¿Cómo se hizo la selección de esos beneficiarios?
Durante 2008 se elaboró un proceso que nos ha ayudado y que nos seguirá sirviendo para lograr una selección objetiva tanto de municipios como de localidades y personas.
Este proceso toma como base los parámetros de pobreza que ha determinado el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social para definir la “pobreza extrema” (“pobreza alimentaria”) como el ingreso “per cápita diario” por integrante de la familia, el tipo de vivienda, el nivel de educación de sus integrantes, acceso a infraestructura de servicios —agua, luz, drenaje, etcétera—, y los compara con su nivel de gasto como medida de verificación efectiva de los niveles de pobreza.
En cuanto a municipios y localidades, se analizaron en escritorio y se validaron en campo aquellos con mayor nivel de marginación, tomando muy en cuenta que la logística permita llevar tanto el alimento como los programas de desarrollo, con la oportunidad necesaria para un adecuado aprovechamiento por parte de los beneficiados.
¿Piensan ampliar para los años próximos el número de beneficiarios de sus programas?
Aunque el modelo que hemos construido puede ampliar su alcance en un rango de 4 mil 500 a 5 mil familias con los mismos recursos, es importante tener en la práctica una implementación de excelencia que permita realizar nuestra labor de manera eficiente. Por ello, es de esperarse que experimentemos un crecimiento en beneficiados, pero siempre manteniendo un ritmo lógico, pues no es tan importante el número de beneficiados como la calidad de atención.
Problemas y servicios
¿Por qué ampliaron sus actividades a otros ámbitos distintos del alimentario, como son la educación y el apoyo sicológico?
Principalmente debido a que el trabajo diario y el estrecho contacto que mantenemos con las personas en extrema pobreza nos han enseñado que satisfacer las carencias alimentarias es sólo una de sus preocupaciones y, aunque es fundamental, forma sólo una parte de su desarrollo integral y no les proporciona herramientas suficientes para tener una vida más digna.
El establecimiento de convenios para impulsar la educación formal, como es el caso del que tenemos con el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, permite a los beneficiados y sus familias generar otras expectativas de vida que se reflejan en su bienestar, pues tienen la posibilidad de acceder a trabajos mejor remunerados y de menor demanda física.
El diseño de los programas de “Orientación y Apoyo Psicológico”, “Nutrición y Salud” y “Autosuficiencia Familiar” está basado en el compromiso por generar autosuficiencia y autogestión, ya que está demostrado que las comunidades con proyectos claramente dirigidos a desarrollar esos aspectos, avanzan más rápido que aquellas que no cuentan con estos mecanismos.
De esta manera contribuimos a construir maneras sanas de vivir, sin la necesidad del paternalismo que caracteriza a muchas instituciones de beneficencia.
Por otra parte, el modelo de operación que hemos diseñado tiene una estructura muy eficiente y permite la incursión en otros ámbitos; es de esa manera que actualmente estamos gestionando apoyos para vivienda, con los que estaríamos pensando beneficiar inicialmente a 200 familias este año.
Sin embargo, tenemos perfectamente clara la complejidad que supone intentar resolver los problemas sociales que enfrentamos a diario, y seguramente iremos al ritmo que nos marque nuestra capacidad operativa.
¿Reciben apoyos de los gobiernos federal, estatal y municipales?
Aun cuando tenemos convenio firmado con el gobierno del estado, aún no ha sido posible lograr una estabilidad en la obtención de recursos porque depende de la disponibilidad presupuestaria.
Con los otros niveles de gobierno no tenemos apoyos en forma de recursos económicos, fuera de la participación en las convocatorias por proyectos federales como las que lanza para todas las instituciones el Instituto Nacional de Desarrollo Social.
¿Cuáles son los principales problemas que Banco de Alimentos enfrenta para su operación?
Uno de los principales es contar diariamente con alimento suficiente para todas las familias, pues llegamos a atender hasta 800 familias por día. Sumado a lo anterior, es crítico mantener una logística de acopio, selección y distribución óptima, debido a que los alimentos que recibimos son, en su mayoría, alimentos perecederos de corta vida y no siempre son de primera calidad, lo que ocasiona mermas importantes, sobre todo en temporadas de calor.
Un reto generalizado es cuando iniciamos el trabajo en las comunidades: la lucha contra el “paternalismo”, lograr que los propios beneficiados asuman el compromiso con su autogestión, es decir, la responsabilidad de participar para recibir los beneficios que les acercamos.
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