Ya es normal observar en noticieros, periódicos y demás medios, la nota roja, además de los problemas públicos comunes, falta de empleo, ineficiencia de las instituciones públicas y quienes las representan, carencia de servicios, etcétera.
Foto: Archivo.
Pero, qué pasa cuando estas problemáticas no sólo son el común de la sociedad, sino que también se detonan con los representantes públicos, ejemplo los casos de corrupción de exgobernadores y grandes empresas, como el caso ODEBRECHT, SEGALMEX, la Estafa maestra; las acusaciones de extorción y secuestro hacia el reciente ex alcalde de Toluca, o la balacera que tuvo lugar en el mismo municipio, entre elementos de seguridad del estado y del municipio, incluso escenarios de impunidad, como Atenco, los 43 de Ayotzinapa, la guardería ABC o el Colegio Rébsamen.
Imagen: Segalmex en X.
Ya un ex presidente, en plenas funciones expresó sin tapujos que: la corrupción es elemento fundamental de la cultura mexicana… así; pareciera que lo correcto, lo normal, es el incumplimiento de la legalidad, especialmente por quienes deberían hacerla valer.
En 1893, Emile Durkheim habló de la anomia social, entendiendo por su etimología “la ausencia de normas”; o la incapacidad de la estructura social para integrar y regular adecuadamente a los individuos, lo que implica proveer a las personas de lo necesario para lograr las metas sociales, en colaboración, sentido de comunidad y bienestar colectivo.
No es que en un Estado de anomia no existan reglas o leyes; sino que las normas formales (reglamentos, legalidad) e informales (hábitos y acuerdos) se contraponen imposibilitando que los individuos mantengan relaciones de colaboración y cohesión, elementos esenciales para mantener el tejido social.
Así, la anomia, es característica de las sociedades en crisis generalizada, tanto económica, social, política, legal; a lo que voy, es que se ha normalizado la corrupción, la informalidad y la ilegalidad, así que, la pregunta pertinente es: ¿qué tipo de personas configuran nuestra sociedad?
Me refiero a la calidad de personas y ciudadanos, ya que también de aquí emergen quienes se postulan a los cargos de representación popular.
Al final, quienes ocupan estos cargos, lo hacen bajo el discurso del beneficio al pueblo, pero sólo están ahí por la nómina, esto último lo he escuchado en repetidas ocasiones, sin importar partido, ni distinción de cargos -regidores, alcaldes, diputados, gobernadores-, lamentablemente son un reflejo de la sociedad que hemos construido.
¿Podremos hacerlo mejor? Con las características actuales es complicado, la política se ha convertido en un espacio de botín, dejando de lado el servicio y la solución de los problemas públicos, sin embargo, la acción es urgente, pronto tendremos más complicaciones especialmente en áreas relacionados con infraestructura como en el abastecimiento de agua, recolección y disposición de residuos e inseguridad.
Necesitamos mejores personas, mejores representantes, más ciudadanía y sobre todo, más y mejores lideres.
Otros artículos del autor:
Hacia la federal, el circo por la silla
¿Por qué unos gobiernos benefician a ciertos sectores y excluyen a otros?
0 comentarios