El Instituto Nacional Electoral (INE) estará inmerso en una importante etapa de definiciones. El tema central es el nombramiento de cuatro integrantes del Consejo General que sustituyen a los consejeros salientes que terminan sus encargos el próximo 3 de abril. En el camino, se han incrementado las críticas al INE y a su Presidente, Lorenzo Córdova, en lo que pareciera un embate que obliga a reflexionar sobre el futuro de la autonomía e independencia de la autoridad electoral.
Lo cierto es que nombrar cuatro de 11consejeros abre la posibilidad de que la mayoría obtenida por Morena en 2018, permita que una fuerza electoral en la Cámara de Diputados defina por sí misma las características y resultados de todo el proceso de designación. En un esquema democrático, los cuatro nuevos consejeros deberían ser personas que estén dispuestas a utilizar su conocimiento y experiencia para hacer valer los principios rectores de la función electoral: certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, máxima publicidad y objetividad.
La alternativa es configurar un Consejo General que funcione como correa de transmisión para defender los intereses de una fuerza política que se traduzca en una mayoría de votos que imponga decisiones, más allá de los principios democráticos y de la pulcritud que deben tener los procesos electorales. Y éste es precisamente el dilema que se estará resolviendo el presente mes en la Cámara de Diputados.
Adicionalmente, el INE sigue acercándose al proceso electoral 2020-2021. A estas alturas, faltan menos de seis meses para el inicio del proceso electoral. Por eso era importante que el INE tuviera certeza sobre quién será el Secretario Ejecutivo que conduzca el proceso de 2021, en el que además de renovar la Cámara de Diputados, se elegirán a 15 gobernadores, 30 congresos locales y presidentes municipales de 30 entidades de la república. La Secretaría Ejecutiva es, con mucho, el puesto más complicado del Instituto, pues reúne al menos las siguientes funciones: representante legal del Instituto, responsable del ejercicio del presupuesto, Secretario del Consejo General, Secretario de la Junta General Ejecutiva (el órgano operador del Instituto) y Coordinador de toda la estructura electoral del INE en el país, perteneciente al Servicio Profesional Electoral, entre otras funciones.
En lo particular, yo celebro que el INE haya ratificado a Edmundo Jacobo Molina como Secretario Ejecutivo, tomando en cuenta su probada experiencia y la calidad de su trabajo, mostrados desde antes de la elección de 2009. Sin embargo, el debate durante su nombramiento dejará la decisión final en manos del Tribunal Electoral. Ésta y otras batallas siguen abiertas para el INE.
También, durante marzo, en Hidalgo estarán terminando las precampañas y en Coahuila estarán iniciando. En ambas entidades los órganos locales electorales y el INE trabajan juntos para la organización de la elección. La novedad será que en los dos estados se instalarán 60 urnas electrónicas para ensayar alternativas que permitan en el futuro procesos más eficientes y austeros.
Es evidente que la vida electoral no se detiene y que las instituciones están permanentemente activas. Por eso, hoy más que nunca es importante cuidar la independencia y autonomía de las autoridades electorales en toda la república. Sin duda, el nombramiento de los cuatro consejeros del INE será una importante señal sobre la fortaleza o debilitamiento de estas instituciones para los próximos años.
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